La Key posando para lacámara

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LA NIÑA KEY

lunes, 17 de agosto de 2020

Historia de José y María. Peluditos de cuatro patas

 

Historia de José y María

Peluditos de cuatro patas

 

Hola, amigas y amigos lectores, amantes de los perritos, los gatitos y más.

 

Hace tiempo que no me pasaba por aquí, he dejado muy descuidado este espacio. Las obligaciones y compromisos de trabajo, necesarios para la sobrevivencia me han impedido hablar de lo que me gusta.

Quiero contarles una bonita historia, en una casa vecina vive una pareja de perritos José y María.

José es un perrito negro, French Purrier, con algunos cruces seguramente, es de los nuestros perritos de los pobres, sin pedigrí y sin arrogancia. No es tan joven tendrá unos cinco o seis años, de caminar pausado, sereno, la mayor parte del tiempo pasa en el pórtico de la casa, excepto las mañanas. No agrede, pero tampoco es muy emotivo con los extraños que pasamos por su vereda. Es tan común, tan sencillo, tan simple; pero inmensamente dulce y responsable.

Bueno, luego os continuaré hablando un poco más de él. Ahora hablemos de maría, ella es un poquitín más pequeña que el de pelo blanco, con pinceladas negras, la raza no importa es una perrita y eso es basta para quienes los amamos, porque vemos en ellos infinita capacidad de amar, confiar y perdonar. María, tendrá quizá unos años más que José, no es mu sociable, no tiene carita de los ángeles que nos pinta la aristocracia del arte dominante, pero es hermosa en la más completa acepción del término.

José y María viven y se muestran como una verdadera pareja, o al menos como debería ser una pareja de humanos. - La verdad es que hoy en día esa fidelidad y ternura solo se observa en humanos cuya generación está borrándose de la faz de la tierra, desaparición que los creadores de esta pandemia aceleraron significativamente – Decía que José y María son una pareja ideal, es enternecedor verlos salir de su casa en las frías mañanas piñasenses, a veces antes de las seis otras veces un poco más tarde, el negro adelante y su compañera a veces unos metros atrás, a veces juntos; cuando ella se retrasa un poco José se detiene a esperarla, cuando ella lo alcanza o se acerca lo suficiente, continúan la caminata, así se desplazan  a unos 500 o 600 metros de su casa a lo largo de la vía, siempre por una orilla, - para evitar a los apurados humanos que sobre sus maquinas son amenaza permanente para estos pequeños corazones en cuatro patas – Así van, así vuelven, y en la tarde cuando el sol declina y la fresca brisa invita a caminar, ellos vuelven a salir, con la misma parsimonia, cruzan sus miradas, por largos ratos se observan, parecen contarse historias que atesoran en su memoria o simplemente en su largo suspiro confirmar su amor. José se encarama en un montículo de arena, con sus agiles manitas excava un hoyo alargado de diez centímetros de profundidad, se inclina y guarda sus olores, símbolo fresco de su presencia, icono de su derecho a caminar por esas tierras, atrás viene María, observa lo que hace su compañero, pasa por sobre el montículo y sigue su huella, no raspa, no orina, solo mira y olfatea, sabe que es suyo, porque es de José.


José y María en una de sus caminatas

Es hermoso verlos, parecen caminar tomados de las manos, unidos por sentimientos profundos que los enlaza con la infinita ternura del amor.

Y luego hay quien duda de la capacidad de esta especie para sentir amor, para crearlo y vivirlo. Yo pienso que muchos humanos ya quisieran tener esta capacidad de amar, más aún quienes solo viven para acumular bienes inservibles.

La señora María

Hasta pronto amigos.

Si lo lees escribe y participa, será bueno saber lo que piensas, pero si no compartes el amor por los demás seres vivos de la tierra, te agradezco si solo lo dejas pasar. Aquí no escribo para polemizar, para eso tengo otros espacios.

 

Fredy Torres. 17/08/2020