La
ciencia ortodoxa al fin reconoce la conciencia en animales
Aunque suene increíble, hasta hace poco tiempo la ciencia no
reconocía que los animales experimentaran emociones y fueran seres conscientes.
Pero a partir de esta fortuita declaración, la humanidad podría comenzar a
tratar de distinta manera a los animales y reconocer sus derechos básicos.
Después de más de un siglo, finalmente científicos ortodoxos han
llegado a reconocer que los animales no-humanos son seres conscientes. Y aunque
esto sea algo que cualquier persona que tenga una mascota sabe, es un
parte-aguas para la ciencia que hasta ahora sólo había estudiado a los animales
desde el conductismo porque el estudio de la
consciencia resulta demasiado problemático.
Esta conclusión fue anunciada hace un año en la Francis Crick Memorial Conference con estas palabras: “Los humanos
no son los únicos seres conscientes; otros animales, específicamente los
mamíferos y los pájaros, son ciertamente conscientes también”.
Hasta ahora el estudio de las
emociones ha sido frecuentemente ridiculizado. Un ejemplo es cuando en los años
setentas el senador norteamericano William Proxmire clamó contra investigadores
que estaban estudiando el amor y ridiculizó el trabajo como un desperdicio para
la gente que paga impuestos. Por definición, la naturaleza subjetiva de estados
emocionales está descartada de investigaciones por un modelo ideológico basado
en datos empíricos.
El otro problema se deriva de
valores culturales. Históricamente, a lo largo y ancho de Occidente, se ha
considerado que las criaturas no-humanas son “bestias brutas” incapaces de
querer, sufrir o doler. Aristóteles pensaba que la función de los animales era
servir a los humanos, y la Biblia declara que los animales están ahí para ser
usados por la humanidad. Y mientras nada de esto pretendía figurar como una
licencia para abusar de ellos, la historia ha demostrado que la generalidad
tomó estas palabras demasiado literales. Y no sólo eso, sino que las tomó como
una autorización para ser crueles.
Sin embargo, los estudios sobre las emociones en animales han
clarificado este malentendido, poniendo como ejemplo numerosas situaciones en
que los animales demuestran ser conscientes. La tristeza, por ejemplo, es una
emoción que afecta, entre muchos otros, a los elefantes. La familias de
elefantes son tan unidas que la muerte de uno puede ser devastadora. Se sabe
que entierran a sus muertos y atienden a los cadáveres en lo que parece ser un
ritual de luto.
Lo mismo se ha observado en delfines y en un gran número de primates.
Otras emociones han sido
observadas en varias especies. Las ratas, por ejemplo, son compasivas con los
suyos. Si una de ellas se encuentra atrapada, la otra la tratará de ayudar a
salir agarrándola de las patas. El profesor de psicología y psiquiatría Jean
Decety apuntó: “Hay muchas ideas en la literatura que muestran que la empatía
no es específica a los humanos, y ha sido bien demostrado por monos, pero con
los roedores queda muy claro. Quizás, dado el número de psicópatas entre la
población humana, las ratas son incluso más compasivas que nosotros”.
Los pájaros azulejos pican a sus
parejas si los encuentran con otro pájaro; los changos se rehúsan a darse
electroshocks unos a otros incluso si se trata de perder una comida y delfines
han salvado a humanos de ataques de tiburones.
En fin, los ejemplos son vastos.
Y estas pequeñas muestras de evidencia que claramente apuntan a la rica vida
emocional de los animales indica que la reciente declaración de los científicos
sobre la consciencia de los animales es sólo declarar lo obvio; pero parece que
a la ciencia a veces le cuesta trabajo el sentido común más básico.
Lo que este sentido de
superioridad y reticencia al reconocer la capacidad de otros animales para
experimentar emociones como criaturas conscientes demuestra es el aspecto
arrogante de la humanidad. Pero con suerte, después de esta declaración
“ortodoxa”, los animales comiencen a ser considerados como seres absolutamente
sintientes, inocentes y conscientes que tienen el mismo derecho de estar aquí
en las mejores condiciones posibles que nosotros los humanos.
Tomado de ecoosfera.com
4/12/2013.
Por Fredy Torres A.
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